La competitividad emergente entre destinos turísticos ha puesto de manifiesto la necesidad de
enfatizar las estrategias de comunicación –con el fin de crear un valor añadido intangible para el
potencial cliente- encaminadas a crear una imagen favorable de los espacios que se pretenden
promocionar, mediante el diseño de acciones ...»»»»
La competitividad emergente entre destinos turísticos ha puesto de manifiesto la necesidad de
enfatizar las estrategias de comunicación –con el fin de crear un valor añadido intangible para el
potencial cliente- encaminadas a crear una imagen favorable de los espacios que se pretenden
promocionar, mediante el diseño de acciones de comunicación con objetivos que van más allá
del mero interés promocional o informativo. En este sentido, tanto los emplazamientos que
conciben el turismo como una solución de diversificación económica (destinos emergentes),
como las localizaciones geográficas que ya disponen de una cierta solera en relación a su
tradición turística (destinos maduros), aúnan esfuerzos en aras de consolidar una identidad
territorial acorde con sus posibilidades turísticas. Si además se tiene en cuenta que, en la
actualidad, el consumo de imágenes percibidas a priori representa, de antemano, un primer viaje
simbólico previo a un posterior viaje real, se puede llegar a vislumbrar el papel decisivo que
desempeña la interpretación del consumidor (creación de imaginarios individuales y colectivos)
en un escenario global de comercialización del territorio. Por tanto, el valor añadido en una
situación de dura competencia entre destinos, radica en los valores que se asocian a la imagen
de marca turística, que representa la primera carga de sensaciones y emociones que percibe el
potencial turista y/o visitante antes de decidirse por uno u otro destino.^^^^